5 may 2014

Perfectos pero pecadores

Hay dos conceptos, en cuanto a la perfección cristiana, que a menudo suelen ser mal comprendidos: la perfección relativa y la perfección absoluta. 

La palabra perfecto proviene del griego, téleios, que significa, maduro, completo, adulto. Adán y Eva fueron creados perfectos pero perfeccionables. Es decir, Dios los creó perfectos, pero con la capacidad de seguir creciendo. Es una perfección dinámica.

Mt. 5:48 es uno de los textos más controvertidos y menos comprendidos de la Biblia: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en el cielo es perfecto”. La palabra “sed”, no es un imperativo sino un futuro. La palabra “sed” es esesthe (futuro), y no, esthe (imperativo). Es una perfección creciente en un proceso de crecimiento. 

Cuando algo cumple con la función para la que fue creada, ésta es perfecta, según el pensamiento bíblico. El ser humano cuando está en harmonía con Dios, sometido a Su voluntad, es perfecto. 

Hay dos esferas de perfección: relativa y absoluta. La relativa es la que estamos llamados a buscar y la absoluta es la que pertenece a Dios. Por lo tanto, el cristiano debe ser perfecto en su esfera así como Dios es perfecto en Su esfera divina.

Pero uno de los grandes errores que se comete, es confundir la santificación instantánea con la santificación progresiva. La santificación instantánea se da cuando aceptamos a Cristo como nuestro salvador personal y somos apartados por Dios para una vida santa. Este proceso se confunde también con la justificación, proceso por lo cual somos justificados vicariamente por Cristo. La santificación progresiva, es la obra de perfeccionamiento del Espíritu Santo en nosotros. El problema viene cuando se confunde el proceso de santificación progresiva, con el de la justificación, creyendo que así como la justicia de Cristo es transmitida al pecador de forma vicaria (justificación), lo mismo ocurre con la santidad de Cristo, que es transmitida al pecador de forma vicaria. 

Esta mal comprensión, ha llevado a millones de cristianos a creer que no tienen ninguna responsabilidad en el proceso de perfeccionamiento del carácter. Que todo ocurre por magia o de forma pasiva. 

La gracia que te perdona es la misma que te capacita a vivir una vida conforme a los planes de Dios. En el libro Guía del fariseo para una santidad perfecta, p. 126, George Knight dice que “la experiencia cristiana en términos de estilo de vida y de conducta no agrega nada a la salvación de la persona en Cristo. Cuando mucho, una vida tal es la respuesta de haber sido salvada por Cristo”. 

A través del proceso de santificación, Dios nos va preparando y nos pone en harmonía con la sintonía del cielo. 

Hay pecados que son voluntarios e involuntarios. En Sal. 19:12,13, el salmista clama a Dios pidiendo que le libre de los pecados que le son ocultos, que se puede decir que son los pecados involuntarios. Pero también pide que le libre de los pecados de soberbia, que son los pecados voluntarios, de rebelión contra Dios. 

El cristiano perfecto, es aquél que no peca voluntariamente, o conscientemente. No comete pecados de soberbia, de abierto desafío a Dios.
Pero el cristiano perfecto, todavía comete pecados involuntarios, o inconscientes. Pecados estos que son fruto del impulso, de la carne pecaminosa que es débil. Ahora bien, un pecado involuntario puede pasar a ser voluntario cuando nos damos cuenta de ello y no queremos cambiar de actitud.

La perfección es dinámica, no es algo que adquirimos un determinado día y la mantenemos para siempre, como si se tratara de un objeto. Es progresiva. En la glorificación, tendremos un grado más grande de perfección (1 Cor. 15:53,54). Pero el proceso de perfección no se quedará estática, seguiremos creciendo por toda la eternidad. 


Debemos ver la perfección más bien como una línea ascendente que como un punto fijo. Una cosa si es clara, nosotros los cristianos estamos llamados a crecer en la perfección del carácter, que es la perfección relativa; pero jamás podremos tener la perfección absoluta, porque ésta pertenece única y exclusivamente a Dios. 

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