1 may 2014

La parábola del payaso

El teólogo y filósofo protestante Soren Kierkegaard, con el fin de explicitar las dificultades a la hora de trasmitir y comunicar los contenidos de la fe al hombre y a la mujer contemporáneos, escribió la denominada parábola del payaso.

La acción se sitúa en Dinamarca, su tierra natal. Más concretamente en un circo ambulante en el que se declaró un incendio. El director del circo, al percatarse del hecho, envió a un payaso, vestido con su indumentaria, que estaba a punto de salir a la pista del circo para hacer reír a niños y adultos, al pueblo en el que el circo había recabado para pedir ayuda para sofocar las llamas.

El payaso corrió tanto como pudo y al llegar al pueblo empezó a pedir a sus habitantes que fueran con urgencia al circo para ayudar a extinguir el fuego. Pero los habitantes del pueblo creyeron que se trataba de una estratagema para que la gente asistiese a la representación. Por mucho que el payaso tratase de convencerles de la veracidad de sus palabras, los habitantes del pueblo creían que el payaso estaba interpretando su papel. Sus ropas le jugaron una mala pasada. Cuando vieron el fuego, ya era demasiado tarde. El circo y el pueblo fueron pasto de las llamas.

Estoy de acuerdo con el post de Jaume Triginé en el blog de lupaprotestante (http://www.lupaprotestante.com/lp/blog/el-payaso-2/), con respecto a que tenemos que corregir algunos anacronismos que se dan en la iglesia y que dificultan la transmisión de la fe a los demás. Pero no estoy conforme a su planteamiento liberal y crítico con respecto a la teología. 

Creo que la iglesia, tanto en la forma (litúrgia no apropiada a los visitantes, frialdad entre los propios hermanos) como en el lenguaje (métodos de evangelismo, lenguaje religioso no apropiado a una generación sin cultura religiosa) debe hacer cambios inmediatos, si quiere seguir siendo relevante en los tiempos en que vivimos.

La principal misión de la iglesia es transmitir el evangelio a un mundo que tiene sus días contados, y que dentro de muy poco tiempo será consumido por las llamas del fuego y azufre divinos. 

Lo interesante en la parábola del payaso, es que su mensaje era verdadero, pero que no tuvo éxito en su misión de alertar a los aldeanos, por culpa de su indumentaria. O sea, las formas no eran adecuadas a su mensaje. 

Como iglesia, tenemos el deber moral de adaptar la forma de evangelizar al mundo en que vivimos. El problema no es tanto el mensaje, sino como lo presentamos. Aunque es muy importante contextualizar el mensaje para que tenga una mayor relevancia actual. No digo que debemos dejar de entregar folletos en las calles o tocar una puerta fria; sino que además de estos métodos que dieron sus resultados en el pasado, debemos de usar también métodos nuevos, acordes con los tiempos en que vivimos (internet, redes sociales, TV, radio, etc).

Si el payaso tuviera dedicado un poco de tiempo en cambiar sus ropas, seguramente tendría conseguido el resultado que esperaba. Lo mismo ocurre con la iglesia. El tiempo de implementación de cambios es arduo y duro. Surgirán muchas voces discordantes, pero vale la pena y además, es algo imperativo debido a la vocación evangelística de la iglesia. Como dijo Albert Einstein: “No pretendamos que las cosas cambien si hacemos siempre lo mismo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario